Tribunal mediático


En la actualidad un medio de comunicación está atento a un sinfín de noticias a través de redes sociales, las cuales se han convertido en la agencia informativa de lo inmediato, aunque no siempre de lo veraz. Un robo aquí, una cabra de tres cabezas allá, un político corrupto o un pianista fantasma que se aparece en un bar del centro de la ciudad; una discusión que se capta en video, un gato que parece sonreír cuando enuncian la palabra “muerte”…. Todo es nota, todo debe estar en el medio, o al menos lo más “relevante”.

Y es en este tipo de ejercicios donde los medios olvidan algo fundamental: comprobar más de dos veces lo sucedido, cruzar versiones para ofrecer una información no parcial, incluso irresponsable.
Uno de estos casos es el del ataque que el 8 de marzo sufrió la periodista Andrea Noel en calles de la Ciudad de México, cuando un sujeto se acercó a ella para bajarle la ropa interior, acoso que quedó registrado gracias a una cámara de seguridad y que a la fecha sigue impune.

Al denunciar este caso la periodista fue insultada en redes sociales, sobajada por usuarios que se erigieron en voceros de la barbarie. El chascarrillo y el albur, culpar a la víctima, caricaturizarla, son algunas de las prácticas que se pusieron de manifiesto en días consecuentes.

Si el caso ya de por sí era terrible se enrareció aún más cuando la víctima señaló públicamente a Andoni Echave, conductor de un programa de bromas llamado Master Troll, gracias a que otros usuarios lo “identificaron” como el agresor porque “es a lo que se dedica” y porque “su programa es así”.

Y los medios hicieron eco del dicho, se convirtieron en un tribunal mediático que dictó sentencia: Echave era culpable.

En No más ‘pagadores’. Guía de periodismo sobre presunción de inocencia y reforma del sistema de justicia penal, Marco Lara Klahr apunta que “es habitual que los periodistas, avalados —o azuzados— pro nuestros medios, desarrollemos en las noticias sobre el delito una idea preconcebida acerca de las personas imputadas, y hasta de las víctimas, tantas veces basados en información parcial, ignorancia de las etapas y garantías procesales, y prejuicios —incluidos los machistas, racistas, clasistas y criminalizantes”.

La reforma al Sistema de Justicia Penal en México ha sacado a la luz las más oscuras prácticas no sólo del sistema legal sino también de los medios de comunicación, los cuales no han abrazado el concepto de presunción de inocencia y actúan como justicieros al violar el derecho a la intimidad tanto de la víctima como del acusado.

En la reforma al artículo 20 constitucional —punto clave de la reforma al sistema de justicia mexicano— se establece que tanto víctima como persona imputada de delito tienen derecho “a que se les presuma su inocencia mientras no se declare su responsabilidad mediante sentencia emitida por el juez de la causa”.

Tras una crucifixión mediática Echave, como lo cuenta en una carta publicada en El Universal el 16 de mayo, acudió a abogados y peritos para demostrar su inocencia, lo cual sucedió, provocando que la víctima retirara los cargos; sin embargo, el estigma de “agresor” persigue a Andoni, quien perdió no sólo dinero sino también su empleo y vio dañada su imagen.

En la misiva Echave se pregunta: “¿Qué tan válido es marcar a una persona por un error de apreciación o por una suposición? ¿Tendría que existir un castigo por enjuiciar y ensuciar al agraviado, mediática o públicamente? ¿Hasta dónde puede llegar el error de alguien o de varios? ¿Qué repercusiones tiene, económicas, sicológicas, morales? ¿Quién paga ahora todo el daño patrimonial en el que incurrió el supuesto responsable? ¿Y el daño moral? ¿Qué nos está pasando? ¿Por qué juzgamos sin conocer el fondo?”

El agresor de Andrea Noel también dañó a Andoni Echave, el “pagador” de un juicio de las redes sociales.

El Código Internacional de Ética Periodística dice que “el respeto del derecho de las personas a la vida privada y a la dignidad humana, en conformidad con las disposiciones del derecho internacional y nacional que conciernen a la protección de los derechos y a la reputación del otro, así como las leyes sobre la difamación, la calumnia, la injuria y la insinuación maliciosa, hacen parte integrante de las normas profesionales del periodista”.


¿Cuánto de esa ética han perdido los medios de comunicación?

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