Ha vuelto y camina entre nosotros
Es el año 2015 y Adolf Hitler
despertó en Berlín. Duda de las calles que alguna vez recorrió y mira con
asombro al pueblo que gobernó durante el tercer Reich. Fuera de sí camina un
poco mientras un camarógrafo lo graba por accidente.
Así empieza Er ist wieder da (Ha vuelto),
la aventura del führer en la Alemania contemporánea, un best seller de Timur Vermes que fue llevado con éxito a la pantalla
grande por el director David Wnendt.
El filme muestra al líder alemán
en una faceta cómica debido al contexto en el que se encuentra: se enfrenta a
YouTube, a las selfies, a la
televisión —la mejor herramienta propagandística, dice en la película—, al
desconocimiento de la historia y ansia de ser irreverente de los medios de
comunicación; es decir, la lucha del rating a costa de la objetividad.
Sin embargo, Er ist wieder da va más
allá de la broma sino que trasciende justo cuando se aproxima a la crítica
social. Hitler, confundido con un buen imitador, participa en programas televisivos
donde difunde sus ideas —raza y Estado son lo mismo— y propuestas para
“recuperar” Alemania y hacer de esa nación la potencia que asegura debe ser. Al
principio la gente se ve sorprendida por lo que aparece en la pantalla chica,
pero poco a poco adquiere gusto entre los televidentes que ríen a carcajadas
ante los ademanes exacerbados del orador.
Entonces la historia se vuelve
terrible: el grueso del pueblo alemán aplaude el espíritu y “atrevimiento” del
führer, quien les da voz a los que nunca son escuchados.
Pero, ¿por qué despertó Adolf
Hitler?
La actualidad europea empieza a
adquirir tonos peligrosos con la escalada de violencia racial asociada con las
personas que se desplazan huyendo de sus países de origen. En la película,
filmada como un falso documental, se incrustan testimonios donde vemos el
ataque a refugios de migrantes, manifestaciones en su contra, asignación de
responsabilidad por la falta de oportunidades de empleo y seguridad social.
El personaje de Hitler dice que
por eso está ahí, que la suma de dichos elementos vuelve su presencia
necesaria, y desliza la idea de que él es la Europa moderna. ¿Podemos estar en
desacuerdo ante el alcance cada vez mayor de los ideales de extrema derecha que
empiezan a apoderarse del Viejo Continente?
En una entrevista publicada en The Guardian, el director David Wnendt
dijo que “los alemanes deben ser capaces de reírse de Hitler, en lugar de verlo
como un monstruo, ya que lo libera de la responsabilidad de sus actos y desvía
la atención de su culpabilidad por el Holocausto. Debe ser el tipo de risa que
te atrapa la garganta y te avergüenza cuando te das cuenta de lo que estás
haciendo”.
Despojar a Hitler de su
encarnación casi diabólica devuelve al terreno de lo humano la responsabilidad
de lo sucedido durante el tercer Reich; es decir, la responsabilidad es de
todas las personas, ya sea por participación u omisión.
Esta película adquiere relevancia
no sólo para leer lo que sucede en Europa sino lo que se asoma en el continente
americano con la aparición de Donald Trump, candidato multimillonario del
Partido Republicano a la Presidencia de los Estados Unidos que se ha visto
envuelto de manera permanente en la polémica relacionada con la presencia de
latinos en el “país de las barras y las estrellas”, en especial de los
inmigrantes mexicanos.
Algunas voces han señalado el
peligro de que Trump llegue a la Casa Blanca por su pretensión de construir un
muro en la frontera México-Estados Unidos, y otros acusan que su discurso no es
sino un artilugio mediático para obtener votos, y que una vez en la sala oval
cambiará. Lo que es preocupante es el hecho de que sus
“propuestas” basadas en el orgullo racial encuentren oídos y simpatizantes en
el territorio norteamericano, pudiendo provocar una ola de ataques e
“indignación” tanto si gana como si se lleva la derrota. El estigma del
patriotismo.
La campaña de Trump primero causó
risa, luego indignación, pero no en los Estados Unidos donde parece que puede
complicarle la permanencia en el poder al Partido Demócrata, quizá no en la
presidencia sino en el Congreso, el cerebro de su sistema gubernamental.
En Er ist wieder da una anciana reconoce a Hitler, a quien le dice: “al
principio todos se reían, después llegaron por mi familia y con ello apareció el
dolor”.
Oliver Masucci, actor que
interpreta al líder alemán, declaró que salir a la calle para pasear entre los
ciudadanos “fue increíble, de repente era como una estrella pop. La gente se
agrupaba alrededor. Una mujer me dijo que me amaba y me pidió un abrazo. Otra,
para mi alivio, comenzó a golpearme”.
Cuidado, parece que ha vuelto y
camina entre nosotros.
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