“y los que no lo saben, se comienzan a enterar”



La historia de la violencia contemporánea en México tiene su denominación de origen en la corrupción. Un sujeto paga miles de pesos para que una patrulla no esté donde se supone debe estar. Un grupo élite del Ejército es cooptado por un cártel para hacer las funciones de guardia personal. Un gobernador insiste en que en su estado sólo roban golosinas, otro encarcela a opositores con el afán de acallar la disidencia (“se robó un celular”, “es un peligro para la estabilidad”, “me vio feo”). Un mandatario ordena el desalojo de una “disco”  utilizando la fuerza pública, que golpea, empuja y provoca la muerte de jóvenes. Niños mueren quemados y asfixiados porque la puerta de emergencia está bloqueada. Hombres pierden la vida tras colapsar una mina que no cuenta con medidas de seguridad básicas. Alguien da una orden para desaparecer a estudiantes, otro de ejecutar a supuestos criminales. Y sin embargo “no pasa nada” porque “viva México, cabrones”.

El fenómeno de la corrupción es el tema de Las mujeres matan mejor, novela de Omar Nieto que se publicó en 2013 bajo el sello editorial Joaquín Mortiz-Planeta, y que resultó finalista en el primer Premio Letras Nuevas 2012.

Pero la corrupción que se aborda en la novela va más allá de las instituciones, o de los agentes que en teoría buscan exhibirla para que se frene. En Las mujeres matan mejor se habla también de la corrupción del alma, de aquella que se arraiga en el ser y que pudre todo lo que toca, que encuentra en los actos violentos su punto de fuga, un desahogo multidireccional de consecuencias grotescas.

Si bien es cierto que la novela roza la llamada narcoliteratura —una etiqueta comercial en la que en muchas ocasiones encasillan todo lo que se relacione con narcotráfico, y que varios autores aprovechan para vender y aparecer en la mesa  de novedades— la realidad es que esta novela noir (género negro) aborda más que ese tema y es más que una simple exposición de hechos, pues como sabemos la literatura es, además de un mecanismo de denuncia, la creación del mundo a través del lenguaje.

Las mujeres matan mejor cuenta la historia de una marcha por la selva que separa Cancún de Chetumal, un rito de paso que inicia un candidato a gobernador que perdió las elecciones y que busca denunciar un supuesto fraude electoral. ¿A qué nos recuerda?

Su peregrinar está rodeado de verdaderos actos de peligro pues un cártel que trabaja de la mano con el gobierno busca anular la manifestación, por lo que al candidato perdedor se le ocurre rodearse de un grupo opositor a la primera “familia”. Quizá, porque como decía mi abuelo, “entre ebrios uno no ese huele”, el candidato Jesús Olalde ve con naturalidad cómo a su lado hay sicarios entrenados y listos para asesinar a los rivales, observa fluir dinero entre funcionarios, desfilar edecanes con las que mantiene orgías de sexo, alcohol y cocaína; también es testigo de peleas a golpes y a tiros, encarcelamientos, invención de delitos… todo por “defender” la democracia.

En la novela se incluye otra variable a la ecuación: los medios de comunicación. Omar Nieto desnuda al periodismo y lo saca de su pedestal, volviéndolo un agente más de la corrupción y un elemento fundamental en el crimen organizado, un soldado de la “guerra contra el narcotráfico”.

Jorge Sánchez Zamudio trabaja en El Excelencia, periódico fundado por su padre, “El gran periodista”, que actúa como la sombra que opaca y que dicta en contrapunto sus actos. Sánchez Zamudio pertenece a la célula del cártel de Los Hernández, organización que lo financia y al que le da información privilegiada que siempre funciona como mensaje para sus rivales, el Cártel Independiente de México (CIM). Como periodista logra infiltrarse en la campaña de Olalde, y ahí empieza el juego de ajedrez de la corrupción.

En Las mujeres matan mejor los personajes son antihéroes que actúan como consecuencia de su dolor y de sus deseos, motivados además por la lealtad y la venganza. Ellos son lo que deben ser, viven como la vida los forjó y actúan bajo un código que al verse roto provoca la ira pues, como dice Celeste, uno de los personajes de la obra, “hay cosas que por podrida que uno esté, no debe hacer”.

Celeste es quien lleva el peso narrativo de la novela, una mujer-sicario que formó parte de la Policía y del Ejército, entrenada como francotiradora. Ella secuestra al director de El Excelencia para contar la historia de por qué Jorge Sánchez Zamudio debe morir, y para obligarlo a que publique los nexos entre la prensa, el gobierno y el cártel de los Hernández.

La clave de la novela se encuentra en la conversación que Celeste tiene con el periodista, al señalar que su historia no importa sino el contexto, que aunque ella “une las historias” hay que entender el macrouniverso de corrupción que expone, ya que “sólo en los momentos más extremos es cuando se rompen las más grandes barreras y se generan los más grandes afortunados encuentros”

Las mujeres matan mejor nos ofrece claves para entender los fenómenos asociados con la política —¿y por qué no llamarla narcopolítica?— del sur de México, al codificar nombres, dependencias, cargos e institutos; sin embargo, la novela de Omar Nieto no es un libro de investigación periodística que nos diga qué, cómo, dónde y cuándo sucedieron ciertos eventos como la “marcha por la dignidad”, o para distinguir con “santo y seña# al partido que por primera vez gana una alcaldía, sino que reformula los hechos como un elemento de ficción en la que sí, claro está, algo de cierto contienen.

Pero, ¿qué tanto? Ahí la intriga que se extiende fuera de las solapas del libro.
  
Esa es parte de la intriga, de la apuesta narrativa de Omar Nieto que logra con esta novela abrirse camino en la literatura mexicana, un paso firme que derriba tabúes como que el “narco” es exclusivo del norte, o que la corrupción sólo anida en el centro del país, que el sur es un edén, que la prensa es impoluta, que las mujeres no pueden sostener un R-15, un M-16, una Colt o una Beretta, pues “Dicen que las mujeres matan mejor. En este negocio, algunos empiezan a saberlo. Y los que no lo saben, se comienzan a enterar”.

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